Latinoamérica ya no es la misma que era a principios del milenio. El auge de las materias primas fue el motor detrás de logros significativos con respecto al empleo, los salarios y el nivel de pobreza en toda la región y terminó cambiando el panorama económico.
Una realidad sin duda promovida por el empuje de China. Pero tras más de una década de crecimiento, la marea ha cambiado para Latinoamérica y en 2016 se prevé que la región tendrá que adaptarse a una nueva realidad de bajo crecimiento. Entre otras razones, precisamente, por la desaceleración del gigante asiático.
Sin embargo, mientras se hacen sentir los efectos adversos del freno en la economía global– mayores tasas de informalidad y salarios más bajos – según Augusto de la Torre, economista en jefe de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, es clave que los países latinoamericanos no pierdan de vista los logros sociales de estos últimos 15 años.
“Ajustarse a las nuevas realidades va a genera problemas sociales y quizás presiones hacia el aumento de la desigualdad de los ingresos laborales”, afirma De la Torre. “Hay que pensar en sistemas de protección social que protejan a las familias más pobres pero de manera que no desincentive el deseo de trabajar y la creación de empleo”.
El futuro es emprender
En este segundo punto, la región tiene la fortuna de contar con un notable espíritu emprendedor.
Hoy en día, el 60% de latinoamericanos en edad de trabajar tienen su propio negocio o trabajan en una empresa pequeña, y se prevé que estas iniciativas seguirán teniendo importancia en el mercado laboral latinoamericano en 2016.
Además, con menos opciones para conseguir un trabajo de calidad, los jóvenes están sumándose cada vez más a esta tendencia laboral. De hecho, en los últimos 4 años, el 19% de las empresas nuevas de América Latina y el Caribe fueron creadas por emprendedores menores de 35 años.
En el Caribe, por ejemplo, la tasa de empleo juvenil está muy por encima del promedio regional y a menudo parece que a los adolescentes les queda una sola solución al graduarse: migrar.
Sin embargo, en los últimos años, la región caribeña ha sentado las bases para convertirse en un nuevo centro de emprendedores digitales, con potencial de generar miles de empleos de calidad sin que haga falta salir afuera.
“La tecnología digital es clave para nosotros”, asegura Julian Robinson, ministro de estado para la Ciencia, la Tecnología, Energía y Minería en Jamaica. “Tradicionalmente hemos dependido de los productos físicos, pero creemos que habrá una transición fuerte hacia maximizar nuestros activos intelectuales. Vemos la economía digital como manera de sacar el potencial de la creatividad que existe en Jamaica”, agrega.
Educación de calidad
No obstante, para poder hacer realidad a este potencial, primero hace falta una buena base de capital humano y trabajadores bien calificados. Y la educación de calidad sigue siendo una asignatura pendiente para toda la región, y por eso, un reto importante para 2016.
Si bien hoy en día el acceso de educación es casi universal a lo largo de la región, la calidad sigue siendo deficiente. Un estudio de 2014 reveló que la baja calidad de la educación en América Latina hace que los estudiantes estén dos años por detrás del promedio de la OCDE.
Para poder competir efectivamente con los grandes jugadores del mercado internacional, las mejoras en la educación ayudarán a la región a superar los obstáculos que enfrenta en cuanto a la productividad y la innovación.
Frenar el cambio climático
A nivel mundial, el 2015 fue decisivo con respecto al cambio climático y los esfuerzos para combatirlo, como quedó demostrado con el acuerdo histórico de París, al que se adhirieron todos los países latinoamericanos.
Ante un escenario de calentamiento global mayor de 2ºC en este siglo, América Latina será una de las regiones más afectadas por eventos climáticos extremos.
Así, el desafío de la sostenibilidad y la adaptación para la conservación del medio ambiente serán retos importantes que afrontará Latinoamérica en el año que comienza, tanto en términos de mitigar las amenazas como en los efectos que se comienzan a sentir.